Esta es la playa de Porthcurno en Cornualles - telón de fondo de más de un día de fiesta en mi infancia y el hogar del teatro al aire libre Minack. Los veranos con mi familia se disfrutaron casi en su totalidad en esta playa - siempre recuerdo un calor abrasador-, y unas vacaciones hubiesen sido incompletas sin, al menos, un viaje a Minack.
El Minack, situado peligrosamente cerca del borde de un acantilado, ofrece vistas a una impresionante extensión de mar. Fue, tal vez, el lugar más mágico que jamás había visto. Tenía un encanto propio que fue mucho más allá de las impresionantes vistas y el sonido de las olas, la de ver teatro al aire libre.
Parte
de la magia venía de los preparativos, formaba parte del ritual, estar
preparado para cualquier emergencia climática (jerseys, chubasqueros, un par de
sacos de dormir), y el diseño del menú del picnic (muy pronto te dabas cuenta,
al ver a la gente abriendo botellas de vino y paquetes de salmón ahumado, que
hacía falta llevar algo un poco más “finolis” que un bocadillo de jamón). También
tenía que ver con observar a los demás, mientras las butacas se llenaban, y con
ver un barco en el horizonte; de disfrutar de la puesta de sol y del reflejo de
la luna en el océano; con ver teatro en el mismísimo borde de un acantilado...
He vuelto a Minack como adulto y el encanto, sin duda, sigue ahí. Es curioso recordar ciertas cosas, porque tenemos anécdotas familiares de sentarnos en el Minack bajo la lluvia (el sol claramente no brillaba todos los días) y teníamos que llevar los chubasqueros por esta razón ... Pero tal vez eso forma parte de la magia de un lugar como Minack. Eso de ir y decir "volveré a pesar del clima"... quiero decir, no hay muchos lugares en Gran Bretaña a los que se desea volver para sentarse bajo la lluvia!
No hay comentarios:
Publicar un comentario